Cadenas Arrastradas
- Maria Fernanda Loaiza
- 23 ago 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 4 sept 2021

“Lima, cumple ese voto solemne, y , severa, su enojo mostró.”
Era 2019 y los Juegos Panamericanos llegaron a su fin. El “Contigo Perú”, escrito por Augusto Polo Campos e interpretado por el Zambo Cavero, se había vuelto casi como un segundo Himno Nacional. Mirábamos el 2021 con mucha expectativa, pues la imaginación volaba al pensar cómo íbamos a celebrar nuestros 200 años de independencia.
6 de marzo del 2020. El día que Perú se encontraba en un barco navegando por el mar y de pronto en el cielo se formó una tempestad. Caos, muertes, contagios y crisis que hasta este año, no terminan. El número 20-20 traería suerte, por su nomenclatura, pero llegó el infortunio. No se podía respirar, literalmente. Encerrados seis meses que lograron quebrar una economía que se encontraba en buenas condiciones. Mientras que observábamos cómo en otros países ya se hablaba de la vacuna, Perú solo escuchaba las palabras: cuarentena, bono, ola, oxígeno y más muerte. Por ello, parecía que todo salía mal. En noviembre, el presidente Vizcarra fue vacado y eso trajo una de las movilizaciones más grandes de los últimos años. Tuvimos un segundo mandatario por cinco días y cuando renunció, entró un tercero que, hablando con la verdad, declaró que el país no tenía ningún contrato con algún laboratorio. Es decir, si ya veíamos la vacunación lejos; ahora era imposible. ¿Algo más?
Sí, las elecciones. 18 candidatos de 18 partidos diferentes. El egoísmo por ser llamado señor o señora presidente o presidenta, pudo más. No se trató nunca de “sacar al Perú adelante” o del “vota por el cambio”, sino de querer llegar al poder y creer que ellos son la única esperanza que nos queda. La izquierda, derecha, centro y demás dominios, no quisieron formar alianzas. Y eso, nos llevó a elegir entre 18 personas para ver quien era el mal menor. Aún así, no pudimos lograrlo. Por un lado, tuvimos a una candidata investigada por ser la jefa de una organización criminal. Mientras que al otro, está un presidente cuyo partido político logró tener una bancada con representantes acusados de terrorismo. De esta manera, me atrevo a afirmar que vivimos la crisis política más grande de nuestra historia. ¿Cómo lo re-confirmo? Simple. Los dos candidatos que llegaron a segunda vuelta, no sumaron ni cinco millones de votos.
Un mapa político. El país siempre estuvo fragmentado. Porque para dividirse, tuvo que haber primero una unión. Y nunca la tuvimos. La célebre frase de ¿En qué momento se jodió el Perú?, la cambiaría por ¿Cuándo no estuvimos jodidos?. Desde la instauración de la República, doce constituciones, golpes de estado, dictaduras, crisis económicas y terrorismo. Ninguna nos bastó para perdonar y unirnos como nación. Solo somos uno cuando hay algún evento deportivo, no nos engañemos. Nuestra historia es esa isla que siempre se contamina por la basura que nosotros mismos generamos. Ya toca limpiar el mar, ¿no?
Mentiras y más mentiras. Don José de San Martin una vez dijo: "La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien".
Somos un país al que le faltan hombres y mujeres de bien. Piden libertad y hacen libertinaje. Sueltan fake news, terruquean sin pruebas y hasta invocan a tomar el palacio de gobierno. El comportamiento de los medios de comunicación ha sido muy triste y vergonzoso. Desde los cambios en la dirección periodística de uno de los canales más sintonizados del Perú, hasta las bochornosas portadas de terruqueo hacia Castillo y, para cerrar con broche de oro, la renuncia de periodistas; quienes decidieron dejar su casa televisiva porque no seguían con la línea de favoritismo que esta tenía. Tras 200 años de Independencia, todavía existen grupos de poder que buscan influir en la opinión pública para favorecer sus intereses, sin importar la veracidad de las noticias difundidas. Con el paso del tiempo, tal vez recuperen la credibilidad. Pero, los hechos ocurridos este año serán el ancla que detenga a ese barco de seguir el camino hacia la legitimidad.
No hay tierra a la vista. En este momento, la tempestad está en su punto más alto. La violencia, el racismo y el clasismo no han hecho más que pintarnos de cuerpo entero como somos. Lima sigue jugando un papel muy similar al europeo en el siglo XVI. A pesar de que la capital está compuesta por migrantes, existe un factor de querer imponerse, huir y dejar de lado cualquier tipo de relación hacia lo andino. Se sigue llamando “ignorante” a aquel que piensa diferente a ti. Se sigue terruqueando sin saber su verdadero significado. Se sigue llamando “blanco” a aquel que tenga un carro de lujo. Todo, de manera despectiva. Seguimos etiquetándonos sin aceptar que venimos por un mismo propósito: sacar al país adelante.
No tenemos un capitán al mando. En el 2016 tuvimos dos, pero uno de ellos decidió girar el timón hacia el camino equivocado y nos metió a una corriente de mar que pronto nos llevaría a esta tempestad. A pesar de ello, las tormentas se pueden dar en un escenario pero los capitanes son los encargados de sacar el barco de este momento. No hemos tenido a alguien como Grau que coja el timón y nos lleve adelante, o que nos demuestre la confianza suficiente para encomendarnos a él. No hay nadie que se asemeje, ni por la suela de los zapatos, a nuestro Caballero de los Mares.
Grau una vez dijo: “Todo lo que puedo ofrecer en retribución de estas manifestaciones abrumadoras es que si el Huáscar no regresa triunfante al Callao, tampoco yo regresaré”.
Ese patriotismo es casi inexistente. ¿Qué nos pasó? Solo nosotros podemos cambiar la historia. Algún hombre o mujer de bien debe tomar el timón del barco y sacarnos de esta tempestad. Hasta que llegue, los vientos seguirán golpeando y las olas desviándonos. Está en nuestras manos unirnos y no dejar que el barco se hunda. En caso el motor se apague, tomar los remos y remar hasta salir de la tormenta. El camino es muy largo, pero nadie lo hará por nosotros. Si pudimos liberarnos de los españoles, por qué no hacerlo de esta crisis. Escribamos la historia de la que nos podamos sentir orgullosos. Esa que da igualdad a todos los peruanos, la que condena a los políticos corruptos y de la que podamos gritar: ¡Viva el Perú!
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